Lionel y Martín hacen historia juntos

Uno es el 10, el habilidoso, pequeño, menor. El otro, es el goleador, gigante, mayor. Dos jugadores que quedaran en la historia del fútbol mundial

Sí, como si fuera apropósito. Como si lo hubieran planeado. Así parece ser la historia de estos dos jugadores.  Uno es el jugador con más años (35 años) en convertir un gol con la camiseta de la selección nacional en un mundial de fútbol, además de ser el jugador con más goles en la historia del club más importante de su país. El otro, fue elegido como el mejor jugador del mundo, y viene de ganar todo con su club. Ahora, por si le faltara algo, quedará en la historia del fútbol nacional por ser el jugador más joven en llevar el brazalete de capitán del seleccionado mayor en una copa del mundo.

Algunos dirán casualidad, y otros dirán causalidad, en la historia del fútbol argentino nada es casualidad. El mejor jugador del mundo hasta la actualidad, quiso que el jugador más viejo y con más goles en el fútbol argentino esté dentro del campo de juego con el más joven de los capitanes, y no fue de casualidad que este pateó un fuerte disparo para que el balón caiga en los pies del mayor y después de un toque sutil,  se deslice rasante sobre el verde césped para enroscarse en la tirante red.

El sabio, aquel que supo frotar la lámpara en aquel junio de 1986 supo, sabe y sabrá cuando es el momento oportuno y preciso para dar el batacazo final. El y sólo él, observó el momento para que el más viejito, el que todos pedían pero que nadie se animaba a llevarlo, debiera juntarse en un abrazo fraternal con el más pequeño de los capitanes.

A diferencia de David y Goliat, Lionel y Martín, estuvieron juntos por un ratito para demostrarle a aquellos expertos de las matemáticas, como lo fueron los antiguos griegos, que el fútbol no entiende de lógicas, ni algoritmos, que es un juego que sólo los pasionales y optimistas pueden jugar, los atrevidos e irrespetuosos, los que no temen a las críticas y se hacen fuertes ante las adversidades, los que son fríos y temperamentales a la hora de definir un momento, un instante, y ante todo, los que tienen en común, hablar con dios y ser amigos de una bruja.
Por: Lic. Mariano Gandini